Encuentro Mulleres Bravas en Honduras. Crónica de Sandra

La verdad que mirando atrás mi niña interior estaría impactada con muchas cositas que estoy viviendo estos meses. Desde que tengo uso de razón, mi abuela, me ha dicho que debo buscar a mi tribu, mis mujeres que me sostengan y me cuiden, ya que la unión entre mujeres hace esta vida más bonita.


Hoy comprendo mucho más las palabras de mi abuela, y las resignifico todos los días. En mí proceso de adaptación a Honduras, quizás lo más complejo fue encontrar a ese entorno seguro de personitas con las que poder compartir. Aun teniendo el mismo idioma, los códigos, las formas de socializar, el humor o los temas de conversación eran otros. A su vez, como mujer blanca occidental con unos grandes límites ideológicos acotados, me costaba afianzar mis relaciones con personas con percepciones ideológicas tan diferentes a las mías, en aspectos como el aborto o la religión.


En este último mes además de poder conocer a un sinfín de personas en las diferentes actividades que realizábamos con CODDEFAGOLF, en encuentros e incluso en espacios cotidianos de charla, como podían ser los espacios con mi querida Daniela. A medida que iba a las comunidades y hablaba con mujeres lideresas como Toña, quienes me hablaban de sus luchas por sus territorios y comunidades, así como del orgullo que era para ellas como mujeres llegar a ser lideresas, fui transitando esas fronteras. La escucha me permitió ver más allá de esos límites acotados con los que llegué. Sin negar que lo personal es político, y que la lucha por la defensa del territorio, la libertad y cuidado de nuestros cuerpos, deben siempre pasar por las lógicas anticapitalistas en los marcos de izquierda… Pero también con la idea de que mis perspectivas teóricas, se quedan en simples reflexiones cuando de aplicabilidad cotidiana se refiere. Y en un contexto en el que las comunidades tienen que vivir el día a día, con muchas horas de trabajo, buscando formas de sostener a su familia, de preservar sus tierras y de cuidar a sus comunidades. Las perspectivas teóricas y académicas, como privilegio que aporta la comodidad y el tiempo, se borran. Y ello me permitió comprender y simpatizar con los relatos e historias que las diferentes mujeres que se han interpuesto en mi camino, me han compartido, regalándome un trocito de cada una y abriéndome sus hermosos corazones.


Con todo, la necesidad de crear relatos compartidos y entrelazar luchas, para poder sostenernos y cuidarnos conjuntamente, nos hizo querer cocrear un espacio poderoso entre mujeres defensoras integrantes del proyecto Mulleres Bravas. El mismo permitiría realizar una evaluación del programa, para aportar a este de un enfoque participativo y horizontal, así como, posibilitar que las participantes pudieran conocerse entre ellas, conocer a otras mujeres con distintas luchas pero similares preocupaciones y sentires por el cuidado de la tierra y de las suyas.


Tras muchos nervios, trabajo y miedos, porque si, la vulnerabilidad está en todas partes, en mí también, y admito que aunque en Galicia he organizado jornadas similares, el hecho de hacer algo así en el norte global como mujer blanca occidental me daba realmente pavor. Sin embargo, todo vuelve, y mis intenciones de acuerpar volvieron a mí con el acuerpamiento constante que sentí por parte de Martina, su acompañamiento, trabajo y emoción fueron un parte fundamental de las jornadas.


En ellas, todas llegaron con ganas de volver a conectar con Mulleres Bravas, de conocer al resto de compañeras y sobre todo de poder pasar una jornada de disfrute y desconexión. Y si, así fue. Comenzamos el día con un buen desayuno, para coger fuerzas para la intensidad emocional que se venía adentrando. De forma dialógica y a modo de relato, cada mujer comenzó contando los aportes, lo que se llevó, del programa Mulleres Bravas. Todas y cada una de las narrativas emocionaban, me hicieron conectar con ese sentimiento de ilusión que tenemos mucho las primeras veces que vamos a hacer algo. En los relatos salieron desde anécdotas románticas (el
chisme se queda en el akelarre), de ternura (verónica relatando la primera vez que vio la nieve) y de fuerza (la unión con colectivas de mujeres gallegas y ver que la lucha traspasa fronteras).


Tras ello y una buena comida de reposición, en grupos pequeños, cada uno presentó: aspectos que les gustaría mejorar del programa; propuestas; alianzas generadas. Cada una de las presentaciones dio para mucho debate. Centrándose en temas como el contraste de temperatura (Pobre Alba que vino congeladita) e incluso, la propuesta de una colectiva o espacio de unión Mulleres Bravas (ya veis que se llevaron fatal eh ). Pero sin duda, lo que más se destacó por parte de todas, fue el cuidado y calidez que sintieron por parte de Sergio y Patricia. Tan maravilloso, poder ver ese efecto tan poderoso que tenemos unas personas sobre las otras, sembrar cariño fortalece a las plantitas tanto…


Después de un buen descanso con café de por medio, se realizaron unas performances que daban unas pinceladas que las luchas diarias que tienen las defensoras. A través de esas obras de teatro pudimos conectar con historias reales y cotidianas de resistencias. Con ellas, pudimos identificar las barreras burocráticas, la corrupción y el cansancio, con alcaldesas que daban largas y solo se regían por sus votantes y empresas extractivistas que destruyen el medio… Pero también las
compañías y acuerpamientos que dan impulso a la lucha, de primera mano, y que se vio reflejada en las diferentes obras, en el sostén y apoyo siempre por parte de alguna otra mujer de la comunidad, entendiendo la lucha como algo colectivo.


El día finalizo con cansancio e ilusión por ver que depararía el último día…El cuál estaría centrado en el goce maaaximooo . Comenzamos el viernes moviendo las caderas, conectando con la cuerpecita a través de la activación (yyyy menuda activación cattracha tienen las mulleres bravas en sus caderas!). Tras ello, realizamos unas cartografías cuerpo-territorio. En ellas, cada una debía dibujar su cuerposimbólico, con la representación deseada (muchas mariposas y arbolitos por ahí) e ir identificando en ella los lugares del cuerpo o del ambiente que les rodea que les generaban: resistencias, conexión con la tierra, rabia, unión….Salieron cositas tan bonitas y tan íntimas. Dentro de un sistema que nos desconecta constantemente con nuestra cuerpa, nuestra ciclicidad y nuestro territorio, las mulleres bravas consiguieron conectar con sus cartografías desde el primer momento. Cada una se identificó con un ser o elemento de la naturaleza, como si la propia tierra se integrase en ellas relataban sus dibujos con un sentir mágico. Nunca olvidaré las palabras de Basilia, quien me relataba sobre la fugacidad de la vida como si de una abeja se tratase, y del trabajo constante y vital que estas realizan en su corta vida. Quizás así sea como deberíamos ver la vida, con la fugacidad de las abejas y el dulzor de la miel….Cuántas reflexiones que todavía siguen y seguirán rondando por mi mente.


Para finalizar la jornada, realizamos una dinámica hermosa sobre alianzas femeninas. Para ello, las mujeres se organizaron en grupos en función del animal o elemento de su cartografía, en ellos debían organizarse en una colectiva de mujeres, creando un nombre, un lema y unos derechos por los que lucharan. Y de ahí nació el himno mulleres bravas:
Mujeres unidas, jamás vencidas.

Si nos tocan a una nos tocan a todas.
Somos unidas nadie nos apaga la luz que nos brilla.
Mujeres bravas defendiendo nuestros derechos que son violentados por el estado.

Si nos tocan a una, nos tocan a todas.

Por eso somos, mulleres bravas.


La colectiva mariposa, mujeres luchando con mil batallas por dentro y mil sonrisas por fuera y mujeres poderosas, manifestaron sus reivindicaciones más profundas, las gritaron y las performaron, bailaron sus reivindicaciones, lo hicieron desde el disfrute y el amor. Desde el himno mulleres bravas, a color esperanza llegando a la culpa no era mía. La liberación que se sentía con cada palabra, cada movimiento y cada sonido, es difícil de expresar en este texto…


Creo que nuestras narraciones se construyen en parte gracias a los relatos que escuchamos y en los que conseguimos introducirnos. Una aprende mucho sola, actuando, tomando acción y errando. Pero aún más acompañada, en colectividad, con la escucha activa en el centro y el corazón abierto a seguir, con pasos fuertes y sostenidos con las manos de las compañeras. Nuestras historias se entrelazan, y siempre caminaremos a hombros de gigantes, mis gigantas son ellas, las mulleres bravas. Solo puedo sentir admiración a cada una de las ahí presentes, e inmenso agradecimiento por compartir, ser y estar. Me quedo con los abrazos, las risas y los apretones de manos. Me quedo con los ojitos brillantes de Martina durante esos dos días y su motivación constante. Me llevo esto para siempre, en mí ser. Gracias ESF, gracias mujeres

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