Nuestro “apellido”de Sin Fronteras tiene que ver con el afán de la asociación por promover una ciudadanía global. Es lo que se suele decir sobre actuar desde lo local o nuestro entorno, pero pensando en lo global. Para poder pensar con una solidaridad global es necesario promover una empatía entre los pueblos, las culturas y las distintas formas de entender el mundo. Sin conocer esas otras visiones, acercarse a las problemáticas de otros lugares (y de otras personas que viven en otro contexto que no es el nuestro y que el sistema está arrinconando progresivamente, pero puede que muy cerca físicamente de nosotras), es más complicado generar esa empatía.

Una de las líneas de trabajo de ESF es, de este modo, el conocimiento de otras realidades, la multiculturalidad y la expansión de nuestra mente hacia otras maneras de entender la vida (y, por lo tanto, el desarrollo). Simplemente el contacto con lo diferente ya puede ser una increible herramienta de generación de empatía, de verdaderos puentes (permitidnos la metáfora ingenieril) entre la sociedad civil de los distintos lugares del mundo. Porque, en realidad, las problemáticas suelen partir de unas causas profundas comunes, que se manifiestan de manera distinta en los distintos lugares y contextos y, para combartilas y conseguir un mundo más justo y solidario, necesitamos esas diferentes visiones de cómo afectan en distintos lugares.

Un ejemplo puede ser como una multinacional (o trasnacional, como prefieren llamarle ya hace un tiempo), aprovechándose del contexto de colonización o post-colonización, extrae recursos de un país (tradicionalmente oprimido o por lo menos privado de la libertad de definir su propio camino, que venía marcado desde la metrópolis o potencia colonial). Ya el contexto de partida no es justo, y lo que mal empieza… Pero, si además la multinacional realiza malas prácticas, saltándose la legislación del país, o realizando acuerdos con la élite del país a cambio de contratos de explotación, y apenas dejando riquezas a través de impuestos o trabajos bien remunerados, lo que hace al final es sólo extraer riqueza y bienes del país sin favorecer ni el fortalecimiento técnico, ni el social, ni el institucional. Es más, si a nivel ambiental tampoco hace bien las cosas, lo que hace es empobrecerlo aceleradamente y generar desequilibrio social y más debilidad institucional. En el país de origen de esa trasnacional la cosa inicialmente quizás no va tan mal, porque esa riqueza generada por los recursos del país o países donde extrae recursos revierten más a través de salarios de puestos de trabajo mejor remunerados, impuestos declarados o reparto de dividendos a las personas dueñas de la empresa. Pero, con el tiempo, las industrias de segunda transformación que estaban en el país de origen de la trasnacional empiezan a trasladarse a otros países donde es más barata la producción, los salarios bajan mucho, las condiciones de trabajo empeoran, y empiezan a aflorar problemas. Además, cada vez repercuten en el país de origen de la multinacional menos riquezas de las generadas , porque ya encuentran mecanismos para pagar menos impuestos a través de complicados entramados empresariales que se apoyan en países más laxos en control de impuestos y transparencia, los llamados “paraísos fiscales”. Será ganancia para los dueños de estas empresas (que, en última instancia, es una minoría del mundo).

En el ejemplo anterior se identifica como un problema (producido por un modelo que prima la generación cortoplacista de beneficios), impacta de manera distinta en el país de donde se extraen recursos del “país metrópolis” (no tiene ni por que ser país “rico”, aunque las dueñas de la empresa probablemente sí lo sean). Pero el problema profundo es el mismo, y para proponer alternativas y maneras de atajarlo es importante conocer los impactos en los distintos lugares y denunciarlos a nivel global. Esta es probablemente la razón más importante por la que trabajamos también en otros países lejos de nuestro entorno, ese establecimiento de contactos y puentes entre sociedades civiles y conocimiento de la realidad que permitan visualizar mejor las interrelacións globales, por lo menos con ejemplos concretos que se puedan abarcar de manera más didáctica.

Un ejemplo de esto son campañas impulsadas en Galicia como la de la Verdadera Historia de Rodolfo, para denunciar la problemática de progresivo arrinconamento de la actividad artesanal y la pequeña escala en la producción de langostinos en el Golfo de Fonseca en Centroamérica, y en Galicia. Incluía una serie de materiales de denuncia (un cartel, un cortometraje de animación…), campaña en redes sociales sobre todo en la época pre-navideña y un estudio en colaboración con el Laboratorio del Territorio de la Universidad de Santiago de Compostela, Amigos da Terra Galicia y organizaciones de Honduras, Nicaragua y Él Salvador (que comparten el Golfo de Fonseca) empleando imagen satelital para analizar el avance de las piscinas artificiales para engorde de langostino sobre otros ecosistemas desde los 80.

Otro ejemplo es el estudio elaborado en colaboración con el Centro de Estudios de Género y Feministas de la Universidad de la Coruña, comparando la presencia de las mujeres en el funcionamiento de las Juntas Vecinales de Agua de dos aldeas de Honduras y dos de Galicia (que muestra elementos muy interesantes, aunque no sea estatísticamente válido).

Además, seguimos pendientes de lo que ocurre en otros países donde trabajamos anteriormente, difundiendo las problemáticas que llegan desde allí aunque no impacten directamente en los programas que tenemos en ejecución. Nicaragua, Él Salvador, la problemática de los refugiados saharauis y del Sáhara Occidental y, en Honduras, el golpe de estado de 2009, las irregularidades de las elecciones del 2017 o las agresiones a defensorxs de los derechos humanos. También nos importa visibilizar ejemplos de luchas y movimientos sociales a favor de derechos básicos en otros países, sobre todo en temas que tienen que ver con nuestros campos de trabajo, o de situaciones de injusticia flagrante como Palestina.

Pero, probablemente, la actividad más importante que desarrollamos en este campo de otras realidades sea el Programa de Conocimiento de la Realidad. Ya son más de 60 personas que pasaron por él desde que comenzó en 2004, sin contar con toda la base social implicada en las formaciones y las personas que participan en charlas posteriores sobre la experiencia de las personas participantes en el programa. Aquí se pode ver la evaluación del programa que hicimos en 2017, que muestra el impacto que tuvo en la asociación.